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CUENCA SOCIEDAD Javier Villán, crítico taurino del diario El Mundo, escribió el pasado viernes bajo el epígrafe de «Imposible Rivalidad: … Empieza a calentarse una imposible rivalidad entre Tomás y Perera en Cuenca: ¡santo Dios en Cuenca! No es lugar para duelos que pretendan dilucidar una hegemonía torera». Ayer, ante una llamada desde Cuenca, en parte rectifica: «Nada tengo en contra de Cuenca; sólo que no me parece la plaza adecuada para dilucidar hegemonías taurinas ni alimentar una rivalidad artificial entre José Tomás versus Perera y un testigo de convidado de piedra. Eso es peripecia prematura en especial para Miguel Ángel Perera; y Cuenca, la hermosa y mágica ciudad de Cuenca, como epicentro del mundo taurino, es una bobada». La rectificación me recuerda el dicho de «bueno es padre para que le toquen la boina», pues muy bien, Villán, usted, con el magnífico buen uso que hace del castellano, podría decir lo mismo sin ofender a nadie, que no fue su intención, de acuerdo, pero lo hizo, a la afición de Cuenca; me parece correcto que quiera preconizar un mano a mano entre Ponce y José Tomás, hágalo, pero deje que cada cual se ilusione y sueñe con lo que quiera. Lección de césar jiménez. Una de las estampas más bonitas que se pueden ver en una plaza de toros es un torero con la figura de César Jiménez en la boca de riego, muleta planchada, el toro en las rayas, cites con las voz y el engaño, pero la bella estampa se oscurece cuando en lugar de un toro bravo, lo que hay en la arena es una alma en pena. A César se le nota que quiere a Cuenca, estuvo muy variado con sus dos toros, pero ante el inválido primero y el descastado cuarto poco pudo hacer. Dejó un detalle de torero honrado, sabía que no se merecía la segunda oreja y por ello se la pasó al banderillero y renunció a salir a hombros. A torero despegado no hay quien le gane. Que malo es ponerle etiquetas a un torero, Talavante nació para el mundo del toro entre los algodones de las comparaciones, que si Manolete, que si José Tomás, y luego -salvo en contadas excepciones- se estrella con la dura realidad. A unos toros que no presentaron especiales dificultades, salvo la falta de casta, los toreó al hilo y en ocasiones fuera de cacho. Ni el benévolo público conquense sintió emoción alguna, ni la música supo entender que solo tiene derecho al adorno el buen hacer. Tampoco es que uno pida que el matador se ponga a llorar, pero cuando el torero se ríe es como un «yuyu» que se apodera de uno. A luque le faltan corridas. Tiene cara de niño y si no fuera porque se enfunda un vestido de torear tendríamos que tratarlo como tal. Llegó a Cuenca avalado por unos éxitos relativamente importantes, hasta Madrid reconoció su toreo en la tarde de su confirmación. Hizo el paseíllo desmonterado por ser su presentación en Cuenca como matador de toros aunque ya lo habíamos visto en la feria del 2005 como novillero, casualmente sustituyendo al mismo que sustituyó en la tarde de ayer, Julio Benítez «El Cordobés». Gracias a él, pudimos ver el toreo cargando la suerte, el ganarle el terreno al toro, los cites al pitón contrario, y también nos enseñó ese punto de falta de madurez que se le observa a la hora de entender las distancias de los toros; en su primero, un toreo encimista, dejó al toro sin recorrido, y en su segundo no supo encontrarle la distancia a un toro que no valía un pimiento. Los subalternos.Fue tarde en la que vimos buenas labores de los subalternos, la lidia de Víctor Hugo Saugar al primero, y la de Manuel Montoya al cuarto, la de Curro Robles al tercero, los buenos pares de Juan Carlos Alba, o los de Luis García, también los del citado Robles en el sexto. Son hombres probablemente con no mucho nombre pero toreros hasta la médula. Textos tomados del periódico online diario la tribuna. com
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