El origen de Cuenca se debe a un asentamiento musulmán. Para el año 784 ya existia una ciudad llamada Qunka o Kunka que fue creciendo hasta tomar una importante gravitación tanto comercial como militar, convirtiendose en un centro urbano de importancia que, con el paso de los años, sería usada como base desde comenzaron los moros la invasión de los reinos valenciano y córdobes.
Alfonso VIII logró recuperar la ciudad recién en 1177, estableciéndose claramente una separación en Cuenca de acuerdo a la religión de sus habitantes (musulmanes, católicos, judios). Posteriormente, detenidas las guerras de conquista, se establecio un concejo que favorecio la instalación de nuevos pobladores provenientes de otros puntos de España.
Alfonso X le concedio a Cuenca su título de ciudad en 1257.
Durante un prolongada periodo que abarco varias décadas, Cuenca gozó de un gran bienestar financiero gracias al comercio de paños y la fabricación de alfombras que atrajo mas habitantes a la ciudad, hasta que la población estable se calculo que superaba las quince mil personas; sin embargo, primero la peste de 1588 y luego la sequia, sumada a varias plagas de langostas consecutivas, hicieron que los pobladores se fueran marchando en busca de mejores horizontes hasta que solo quedo, en 1694, mil seiscientos habitantes.
La declinación de la actividad textil quedo confirmada por los números: del casi centenar de telares en funcionamiento a comienzos de 1735 solo quedaba una cuarta parte veinte años después.
En 1833, Cuenca se convirtió en capital de su provincia y en 1883 llegó el ferrocarril lo cual ayudo a que aumentara el número de pobladores que, para el nuevo siglo, alcanzaban los diez mil.
La llegada del siglo XX permitió que Cuenta recuperara su antiguo esplendor gracias a las industrias madereras. Hoy, el principal factor económico de la ciudad es el turismo, en especial desde que fue declarada en el año 1996 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
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